Consecuencias de la estigmatización
Efectos negativos
Uno de los principales obstáculos para el éxito
del tratamiento y del control de la esquizofrenia es la estigmatización
frecuentemente asociada a este trastorno. La estigmatización
puede dar lugar a una discriminación grave que exacerba
innecesariamente los problemas de las personas con esquizofrenia.
Tal discriminación limita la cantidad de recursos disponibles
para el tratamiento del trastorno, la disponibilidad de vivienda,
las oportunidades de empleo y las relaciones sociales, problemas
que, a su vez, aumentan aún más la estigmatización
asociada a la enfermedad.
El estigma asociado a la esquizofrenia repercute negativamente
en la evolución y recuperación de la propia enfermedad.
Los sentimientos de vergüenza y estigmatización que
provoca esta enfermedad entre quienes la padecen y sus familiares,
es la causa de que actualmente muchos enfermos no estén
diagnosticados ni tratados, especialmente al comienzo del trastorno.
La estigmatización lleva a que en los medios de comunicación
se presenten ideas erróneas, lo que ayuda a perpetuar los
estereotipos negativos. Finalmente, no sólo afecta
a aquellos que padecen el trastorno, sino también a sus
familiares, los cuidadores y los profesionales sanitarios.
Escasez de recursos para el desarrollo de servicios
de psiquiatría
En la mayoría de los países del mundo, los programas
de salud mental cuentan con muy pocos recursos económicos.
Incluso en los países muy desarrollados, resulta difícil
obtener la financiación necesaria para introducir cambios
en el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes
que padecen esquizofrenia y sus consecuencias. Existe una gran
desproporción entre la gravedad de los problemas causados
por la esquizofrenia y otros trastornos mentales y los recursos
asignados para su tratamiento.
Es muy probable que el hecho de que sea más difícil
obtener fondos para servicios destinados a los enfermos mentales
que para las personas que sufren otras enfermedades, pueda, al
menos en una parte, estar relacionado con el estigma inherente
a la enfermedad mental. En 1992, las Naciones Unidas adoptaron
la resolución 119, que establece como derecho humano recibir
atención sanitaria para la enfermedad mental.
Problemas de vivienda
Los propietarios suelen negarse a alquilar casas a personas con
problemas psiquiátricos. Un estudio reciente ha revelado
que más del 40% de los propietarios rechazaba de forma
inmediata a candidatos cualificados que hubieran tenido un trastorno
psiquiátrico conocido. Además, los vecinos suelen
oponerse al establecimiento de residencias psiquiátricas,
a pesar de que estos centros no han demostrado tener efectos negativos
en la comunidad. En consecuencia, muchos individuos con una
enfermedad psiquiátrica severa se encuentran sin hogar
o viviendo en condiciones muy inferiores al nivel medio.
Oportunidades de empleo
Aunque la mayoría de los enfermos mentales tienen una
importante capacidad para el trabajo, sólo un pequeño
porcentaje están empleados (menos del 15% en Estados Unidos).
Aislamiento social
En los países desarrollados, las personas con esquizofrenia
suelen estar socialmente aisladas, en parte por la estigmatización
y en parte como consecuencia de los síntomas negativos
asociados con la enfermedad. Tienen menos contactos sociales que
los otros miembros de la comunidad. Un tercio de los enfermos
crónicos no tiene ningún amigo.
Aunque las relaciones familiares se deterioran menos que las
amistades, sí se produce una desintegración considerable
de los vínculos familiares. El aislamiento social de
la persona esquizofrénica en Occidente contrasta con la
reintegración social más efectiva de las personas
que padecen psicosis en los países en vías de desarrollo.
Aunque a los individuos destructivos y violentos que viven en
el medio rural y a quienes se les tilda de locos sí se
les imponen restricciones sociales, no ocurre lo mismo con las
personas psicóticas que padecen trastornos menos crónicos
y más graves en los países en vías de desarrollo.
No obstante, tanto en el mundo desarrollado como en los países
en vías de desarrollo el aislamiento social se ha venido
asociando de forma repetida con un pronóstico desfavorable.
Por ejemplo, con independencia de la gravedad de los síntomas,
las personas con esquizofrenia que tienen unas relaciones sociales
más amplias y más complejas tienen menos probabilidades
de volver a ingresar en el hospital.
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